San Antonio es Garafía y más que Garafía, pues nuestro San Antonio del Monte es también San Antonio de Padua y San Antonio de Lisboa, Doctor de la Iglesia Universal, justo merecedor del respecto transmitido generación tras generación, y base de la conexión de un pueblo lejano y alejado mucho tiempo de la cultura exterior. Garafía es un territorio y un pueblo. Su quebrada geografía, marcada por tablados, barrancos y montañas no es ajena al carácter de los garafianos, pero será su historia, con fuerte influencia portuguesa, la que permitirá a Garafía mantener una destacada singularidad, a la que no es ajeno su aislamiento y abandono, especialmente, en las últimas décadas. En estas coordenadas geográficas e históricas será San Antonio del Monte el punto fundamental de la identidad del pueblo garafiano, más allá de las creencias individuales o colectivas, de modo que, por encima de todo, San Antonio constituye un patrimonio común de Garafía, extendiendo su proyección tras el barranco de Franceses por el este y de Izcagua por el oeste. Por esta razón no es conveniente que la disputa política partidista entre en el campo religioso, por un lado, o en el superior valor cultural y afectivo común de los garafianos, por otro. Garafía necesita la ayuda y la solidaridad del resto de Canarias en su recuperación económica y social, brindando a cambio una naturaleza exuberante y unos valores etnográficos, desgraciadamente perdidos en muchos lugares. Es bueno que Garafía sea noticia: por recuperar los molinos de viento, por las actividades en las estaciones rupestres de la Zarza y la Zarcita, por el perro pastor garafiano, por el potaje de trigo y el vino de tea; y sobre todo por San Antonio del Monte, y su gran fiesta cada 13 de junio, con su famosa feria de ganado, el agudo verbo de los verseadores y sus casetas enramadas. Ahí debemos estar todos sumando. El buen trabajo no se puede empañar con actuaciones desacertadas, como la ocurrida en esta última celebración de San Antonio, y no conviene olvidar que la prensa que ayuda no es siempre ajena a la venta de los lamentables hechos que convierte en estropicios, llamando la atención del común, que con mayor facilidad se fija en lo negativo. La rápida reacción del alcalde del municipio lamentando la imprevista procesión, un tanto alegre e ingenua, pero ajena a la malicia, sin que algunos calcularan el efecto perjudicial para Garafía, deberá ser correspondida con la generosa disculpa de todos los afectados, especialmente por los representantes públicos y, en modo alguno, puede ser objeto de la controversia política. Los garafianos no nos podemos permitir el lujo de alimentar el cotilleo periodístico que echa por tierra la buena labor realizada los últimos tiempos para dar voz a Garafía. Ahora necesitamos que "El Festival de la Palabra" se proyecte todo el año y que el buen periodista nos tienda su mano para recuperar este canto de la Isla de La Palma. Toca ser generosos y alejar a San Antonio del debate político partidista. Caer en el mismo sería un grave error que el santo perdonará, sin duda alguna, pero que los garafianos difícilmente podrían olvidar. Larga vida, armonía y buen hacer para el cantón de Tagalguen con San Antonio del Monte. Manuel de Los Reyes Hernández Sánchez, 17 de junio de 2020, año de la pandemia.
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